miércoles, 25 de mayo de 2011

25-05-2011

¿Y qué decirle a esos pájaros que de vez en cuando revolotean sobre mi alma? Nada que no sepan ya, lo sé. Pero de todas formas, siempre les acabo contando alguna historia. Útimamente no venían mucho, cierto. Hacía tiempo que no asomaban para recordarme quién soy, cómo soy y de donde vengo. No tengo nada que reprocharles pues siempre que aparecen es para punzar suavemente mi sensibilidad. Y eso siempre es de agradecer.

No, tranquilos, no estoy dormido. Así que no os molestéis en despertarme. En el fondo sé que todo es ilusión y nada es real. Un conjunto de átomos magistralmente dispuestos para aparentar un caos ordenado que apenas deja ver algunos aspectos de lo que verdaderamente es. Y está bien que sea así. Medir un soplo, un latido, un sentimiento, un hoy, un ayer, un mañana. Descubrir que hay millones de vidas que en el anonimato realizan tareas impagables, y sonreír al imaginarlas.

Es cierto. Todo tiene sentido; todo. Y lo que parece no tenerlo, es lo que más sentido tiene. Claro que para ello hay que aprender a mirarlo con otros ojos que no  son los que tenemos en la faz Me lleva, me guía, lo sé. Y no me importa, ni me preocupa ni me apasiona. Pues es lo verdaderamente normal. Lo lógico. El mayor regalo que tengo. La inspiración que sobrevino cuando tocaba, y tocaba por algo. Todo siempre está bien como está, y es mejorable en virtud de lo que necesitemos mejorarlo, de lo que nos aventuremos ha hacerlo, de lo que nos atrevamos, de lo que seamos capaz de atrevernos, de lo que nos dejen atrevernos a ello. Pintamos de colores todos y cada uno de nuestros días de existencia terrenal, pues los de la otra existencia ya están pintados, coloreados, dibujados, siendo cambiantes en virtud de la evolución que ostentemos con el pasar de las vidas, que son infinitas.

¿Pedir? No. Ya tenemos. Basta una inspiración lenta y una expiración pausada para darse cuenta de ello. Sentir como entra el aire, se hinchan los pulmones, se desplazan las costillas inteligentemente para crear el espacio necesario. Todo sucede de forma que los elementos confabulan para que suceda. Y sucede.