lunes, 6 de diciembre de 2010

01-01-2009

Ensayo sobre la religión...

            Bueno..., ¿y si hacemos un punto y aparte? Podríamos decir aquello de que “con la Iglesia hemos topado”. ¿Por dónde empezar? Veamos. Considero que a la Iglesia, vulgarmente hablando, se la puede poner a parir por muchas cosas. Y, a qué negarlo, hay algunas otras cosas que son de admirar (pocas, muy pocas; conste). Se supone que la Iglesia católica fue fundada por Pablo de Tarso y encontró su continuación en el llamado apóstol Pedro. Claro que esto sucedió, dicen los más fanáticos, por orden y mandato de Jesucristo al decirle al barbudo pescador las famosas palabras del evangelio de Mateo:  

“Y yo a mi vez te digo, que tu eres Pedro y que sobre esta piedra edificaré mi iglesia y que las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del reino de los cielos y lo que ates en la Tierra quedará atado en los cielos y lo que desates en la Tierra quedará desatado en los cielos”

         Con estás bíblicas palabras, los ortodoxos lo tienen claro: Jesús ordenó fundar una Iglesia. Punto pelota. El problema (uno de muchos, claro) viene cuando se dan a conocer la existencia de otros textos, según información del prestigioso escritor JJ. Benítez, en los que la frase atribuida a Jesucristo es la que sigue:

“Yo declaro que sobre vuestros corazones edificaré la hermandad del reino de los cielos y sobre esta roca espiritual levantaré el reino de las realidades eternas del reino de mi padre. Ninguna fuerza prevalecerá contra esta fraternidad espiritual”

Y claro, ya la tenemos liada. ¿Quién engaña a quién? El problema, eso sí, fue fácilmente solucionado por los ortodoxos eclesiásticos. Llamaron “apócrifos” a los textos en los que se daba una información “diferente” a la que promulgaban los fundadores de la susodicha Iglesia. ¿Quién manipuló los textos en beneficio de la oficialidad? ¿Quién tuvo y tiene la potestad para determinar la validez de unos textos espirituales? Y sobre todo, ¿por qué? El resultado de tamaña manipulación es bien conocido por todos: 1000 millones de personas engañadas por la historia y por la tradición.

¿Y la Biblia? Ya saben, ese conjunto de libros unidos en uno que forman los cimientos de la religión católica. Cojamos por ejemplo el Nuevo Testamento. ¿Saben ustedes que el primero de los evangelios fue escrito nada menos que 70 años después de la muerte de Jesús? ¡Menudo memorión debía tener quien lo escribió! Y es que da detalles, ¡y muchos!..., setenta años después de que éstos sucedieran. No me negarán que es como para cogerlo con pinzas. Pero tranquilos, este ensayo no pretende ser un mero panfleto EN CONTRA de la Iglesia. Eso sería demasiado fácil y poco original. Este ensayo solo pretende hacerles pensar un poco. Por eso me limitaré ha hacerme preguntas muy simples que giren en torno a la religión que, se supone, abarca la península de nuestra piel de toro. Veamos.

 1- ¿Cómo nombramos a Dios?
         No crean que esta es la pregunta del millón. ¡Ni de coña! Al revés; es la más fácil de responder, de veras. Hay mucha gente que se anda con muchos, demasiados, remilgos a la hora de nombrar a Dios. De hecho, en su tiempo, para los judíos, era llamado “el Innombrable” (para que vean ustedes si tenía miga el mal llamado “pueblo elegido”). Y digo yo: ¿qué tal si nos quitamos las telarañas de la boca? Porque, ¿cuál es el problema? ¿Eso de “Dios” suena muy..., religioso? ¡Pues no hay problema! ¿Cómo lo quieren llamar? ¿Universo? ¿Causa centro-primera? ¿Big-bang? ¿Vida? ¿Madre naturaleza...? ¡Pues tranquilos! ¡Llámenle como les de la gana! ¡Será por etiquetas! ¿De verdad creen que eso es importante? ¡No hombre, no! ¡No se me queden en el quicio de la puerta! ¡Pasen hasta la cocina si lo desean! Pero, por favor..., pasen. Póngale la etiqueta que les de la gana, la que quieran. A fin de cuentas, como nos enseñaban en las clases de matemáticas en tercero de EGB (¿recuerdan la teoría de conjuntos?; ¡vaya coñazo, por cierto!), lo importante es el contenido y no el continente. ¿No creen? Y si después de este razonamiento que les he hecho todavía no lo tienen claro, pues miren, aprovechando que en España abundan los nombres comunes (de esos que en la guía encuentras a porrillo) pues..., ¡¡¡llámenle Pepe!!!
Sea pues. Vamos ha escribir un rato sobre la Iglesia que algunos humanos han montado en torno a Pepe. ¡Ea!

2- ¿Quién posee la verdad espiritual?

         La pregunta no es baladí, créanme. Sin ir más lejos, el actual Papa, Benedicto XVI, en el año 2001, cuando desempeñaba el cargo de “Guardián de la fe” (ahí es nada) dijo: “La Iglesia católica es la única poseedora de la verdad absoluta”. No sonaron las trompetas de Jericó porque imagino que las estaban abrillantando en el taller. Pero la afirmación tiene miga. Y yo me pregunto: ¿puede un ser humano aseverar sin reservas que posee la verdad absoluta en lo que se refiere al mundo espiritual? O dicho de otro modo: ¿a cuánto va el kilo de verdad espiritual absoluta? ¿Se vende en envases tipo familiar? ¿Hay descuento por comprar en cantidades industriales?

         Y además de estas preguntas obvias, se me plantea otra que no tiene desperdicio: si los llamados católicos, mira por donde, han encontrado la verdad, entonces..., ¿los demás están equivocados? ¿Hay unos seis mil millones de personas en el planeta que son unos “sin Dios”?

         Verdaderamente encuentro insultante la posición de la Iglesia católica. Pero no un insulto a la inteligencia (que también), sino más bien un insulto a la espiritualidad de todos y cada uno de los seres humanos que pueblan nuestro planeta. A mi modo de ver no hay nada más etéreamente profundo y maravilloso como la espiritualidad. No creo que ningún ser humano, y menos una organización político-económica-religiosa como el Vaticano, tenga la potestad de apropiarse de la verdad espiritual. Entre otras razones, porque lo espiritual no es conceptuable humanamente hablando. No podemos conceptuar a un Dios. Pero lo podemos sentir..., que no es poco. Y cuando entramos en el apartado de los sentimientos, ¡cuidado con decir y menos ordenar a la gente cómo debe sentir lo espiritual! Nunca antes la expresión “cada persona es un mundo” tuvo tanto peso como cuando nos movemos por el terreno de lo espiritual.

3- ¿Cuántas iglesias hay?

Pues..., a miles. Por existir existe hasta la iglesia Maradoniana. No es coña, es verdad. Veneran, y de qué manera, al futbolista argentino Diego Armando Maradona. Luego tenemos la de la cienciología (ojo, sin pasta no entras, conste). Y luego unos cuantos miles más. Ramificaciones por todas partes. Cada una, naturalmente, promulga “su verdad”. Y a su vez, le dan al término “Cristiano” un sentido muy diverso. ¡Ah! Y por supuesto, cada una dice que tiene razón..., ¡faltaría más! EL Vaticano reconoce y da validez a unas, y desautoriza a otras. ¿Les suena este proceder?

 4- ¿Qué pasa con los ateos?
         La Iglesia no lo duda; lo tiene muy claro: “están condenados al fuego eterno” (hay que reconocer que en cuestión de slogans, los de la Iglesia se lucen, la verdad). Lo que sucede es que, en mi opinión, en este punto, es la propia Iglesia la que se contradice (¿vendrá de una contradicción más ya?). Si resulta que Dios es el creador de TODO y TODOS y ama a TODAS sus criaturas..., ¿acaso lo hace con condiciones? O sea, que si eres creyente, Dios te quiere. Pero si eres ateo, Dios te da jarabe de palo en las calderas de Botero.

         Y digo yo. ¿Por qué no entienden que Dios ama a todos por igual? Lo sé, ya sé lo primero que me van a preguntar: “¿a los que hacen el mal también?”. Entiendo la pregunta. Y mi respuesta es político-humanamente muy incorrecta. Yo creo..., que sí. De lo contrario, a mi modo de ver, Dios no sería todo bondad y amor. Lo que sucede es que el ser humano tiene la manía de extrapolar su concepto de justicia humana a la divina. Y claro, así no llegamos a ninguna parte. Si nosotros, humanos, en la mayoría de los casos no nos aclaramos con nuestra “Justicia”..., ¿cómo demonios somos capaces de dar pláticas aleccionadoras sobre la justicia divina? Y no me vale que me digan que ya que Dios creo al hombre a su imagen y semejanza, la justicia divina y la humana deben ir muy de la mano. Eso sería tan absurdo como decir que todos los humanos tienen el poder de convertir el agua en vino, o de caminar sobre las aguas. Debemos entender que la divinidad no precisa de justicia, ya que el AMOR no es condicionado en su caso. Por eso, extrapolarlo a lo humano es como pretender que toda el agua de los océanos nos cupiera en la palma de la mano. Otra cosa es que nosotros no entendamos ese comportamiento divino. Pero es lógico. Somos humanos, por lo tanto, al menos de momento, en nuestra era, en nuestro tiempo, llegamos hasta donde podemos llegar.
         A Dios no le importa si eres ateo o creyente. Le importas tú. 

5- El sexo: ¡uy! ¡uy, uy!¡uyyyyyyyyyy!

         Este es el tema cachondo por excelencia (nunca mejor dicho, claro). No voy a hacerles un recorrido por la historia explicándoles cómo la Iglesia ha manipulado a sus criaturas con este tema. Tan solo les daré un dato para que se hagan una idea de lo retorcidos que llegan a ser los mandatarios del clero. 

         Ustedes saben que los curas hacen voto de castidad y que no pueden casarse. Bien. ¿Saben porqué? ¿Saben de dónde viene eso? ¿Acaso porque Jesucristo fue célibe? Primero que no SABEMOS si lo fue o no (y yo preocupado, ¿saben?). Y segundo que no es esa la razón. La razón, como siempre, es de carácter económico. Allá por el siglo X, los curas se casaban y divorciaban sin ningún problema. Había matrimonios que duraban toda la vida y otros que no (o sea, nada nuevo bajo el sol). Pero un buen día, el Papa de turno (no recuerdo el nombre ahora) se dio cuenta de un “pequeño” detalle. Los curas que se divorciaban seguían bajo la tutela del Vaticano. Pero..., ¿y la mujer? ¿Qué pasaba con ella? Pues que, a modo de compensación por el divorcio (ya ven, todo vuelve), la mujer se quedaba con parte de las tierras que el Vaticano daba a la pareja cuando se casaban. Y claro..., a más divorcios..., menos tierras y propiedades tenía el Vaticano. O sea..., más dinero perdía. Y claro, esto lo cortó el susodicho Papa de manera clara, radical y diáfana:” ¡Aquí no se casa nadie de los míos! ¡Todos ha hacer voto de castidad!”. Y, naturalmente, ya que se cargó el matrimonio de sus pupilos, el divorcio no tenía razón de ser. Por lo tanto, la siguiente orden era de cajón: “¡Aquí no se divorcia ni el tato!”. Dicho y hecho. Así que, querido lector/a, que no te tomen el pelo diciéndote sacrosanteríos en relación al “no-sexo” de los eclesiásticos. Todo tiene el mismo denominador común: el dinero.  

         Hasta hace unos años, el fin primordial del matrimonio era la procreación. Afortunadamente a la Iglesia se le encendió la “bombillita” y lo cambiaron. Pusieron la procreación como el segundo fin primordial, pasando a colocar en primer puesto “la felicidad de los cónyuges”. ¡Menos mal! ¡Un poco de luz en las tinieblas del Vaticano!

         Lo que no tiene nombre, lo que encuentro aberrante es la política que sigue la Iglesia en tierras como África. He tenido el privilegio de hablar con misioneros que han pasado y pasan casi media vida allí, y la verdad es que es para llevarse las manos en la cabeza. Como saben todos ustedes, el SIDA es una enfermedad muy extendida en África. Pues bien, la iglesia prohíbe el uso de preservativos a sus fieles (evidentemente, el 99% de esos fieles se pasan la prohibición por el forro de sus caprichos..., eso sí, siguen presumiendo de su cristianismo, claro). Sea pues. ¿Saben ustedes la “solución” que ORDENA la Iglesia a sus fieles en África? Muy sencillo: LA ABSTINENCIA. Así de claro. O sea, que los fieles africanos/as, para no contagiarse de SIDA, lo que deben hacer es no copular, no hacer el amor. Algo que, sin duda, los orondos y bien cebados prelados Vaticanistas saben que es totalmente normal, natural y humano. El preservativo tiene una fiabilidad del 95%. Bien. Hagamos números (ya saben, eso que tanto adora hacer el Vaticano). Si no usas el preservativo, podemos decir que en África tienes un 100% de posibilidades de contraer el SIDA. Y yo me pregunto: ¿será preferible que mueran 5 personas a que mueran 95? Ya lo sé, son números muy fríos y calculados los que estoy haciendo (o sea, no me diferencio de lo que hace el Vaticano cuando le conviene). La solución de la abstinencia no me parece ni razonable ni muy humana que digamos. La prueba es, repito, la PRUEBA es..., que siguen muriendo de SIDA por contacto sexual miles y miles de personas en África. O sea, que sobre el papel puede ser muy hermoso lo de la abstinencia. Pero la naturaleza humana es otra cosa (claro que, esas cosas son difíciles de entender, si vas vestido de púrpura, estás sentado en un despacho del Vaticano lujosamente decorado y tienes dificultades al inclinarte para escribir por lo oronda, grasienta y gorda que tienes la tripa).

         Evidentemente, esos misioneros con los que hablé entendían el drama humano mucho mejor que los cebados ataviados de púrpura del Vaticano. Su solución, el remedio que ellos utilizaban y UTILIZAN para evitar en lo posible la propagación del SIDA es mucho más humano, coherente, lógico y piadoso: reparten de forma gratuita y discreta preservativos entre la población de sus diócesis africanas. Dios les bendiga...

         La Iglesia está en contra del divorcio. Muchas veces hemos visto al obispo Rouco Varela decirlo. Claro que a Rouco ya le conocemos. Se va de “mani” contra el divorcio una tarde..., y a los pocos días casa a una divorciada como nuestra princesa Leticia Ortiz. Muy propio de los eclesiásticos.

         El día que la Iglesia tome el celibato como una OPCIÓN y no como una obligación, las cosas comenzarán a cambiar desde el punto de vista sexual en la Iglesia, sin duda.

6- ¿Qué pasa con los homosexuales?

         La Iglesia no tiene dudas: “Los homosexuales son desviaciones, errores de la naturaleza”. ¡Olé! ¡Y se quedan tan anchos los eclesiásticos! Sin embargo, su problema es que no piensan lo que dicen. Porque ese punto de vista que la Iglesia tiene de los homosexuales es el acabose de la contradicción, la demostración palpable de que los purpurados orondos y bien cebados no tienen ni idea de Dios. Mi explicación es muy simple:

         Si, como dice la Iglesia, los homosexuales son un “error” de la naturaleza, ¿están entonces diciendo que la naturaleza se “equivocó”? O sea, que Dios, su Dios, se equivocó. O sea, que en el asunto de la creación “algo” se le escapó de las manos al Padre. La verdad, qué quieren que les diga, si el Dios del Vaticano comete “errores”..., ¡vaya solemne mierda de Dios que tienen estos tipos! Pero..., ¿qué clase de Dios comete errores? ¿Desde cuándo? Si Dios es, aparte de AMOR, una infinita PERFECCIÓN (y así lo creo yo)..., ¿puede EQUIVOCARSE? Yo creo que no...
         Sobran las palabras...

7- ¿Cómo es Dios?
         ¿Y a quién le importa? ¿Puedes explicarle a un cienpiés cómo es el arco iris? ¿Y enseñar la teoría de la relatividad a una mariposa?  ¿Verdad que no? Pues de la misma manera, nosotros, humanos, no podemos SABER “cómo” es la Divinidad. Tenemos que contentarnos con SENTIRLA. Que no es poco...
  Y una curiosidad. ¿Se han dado cuenta de que no existe en el mundo una pintura, imagen, escultura, icono..., que represente a Jesucristo riendo a mandíbula tendida, con una enorme carcajada? ¡Qué pena! Nos quieren hacer creer que el Cristo era todo seriedad. La verdad..., no es creíble.

         Podría seguir y no acabaría. Pero les diré algo que creo encierra todo mi pensar al respecto. Algún día, y creo que falta todavía, los seres humanos profesarán todos la misma religión. Una religión que no sabe de templos, oropeles, dogmas ni poder: la religión del espíritu.  

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