lunes, 6 de diciembre de 2010

26-02-2009

Un encuentro..., sin palabras

    Ha sucedido hoy. Hacía mucho, mucho tiempo que no me daba un paseo por las Ramblas de Barcelona. Lo que jamás pensé es que me dieran la bienvenida de la manera tan hermosa, tierna y dulce como me la han dado. Ha sido un poco después de pasar la fuente de Canaletas. Para los que no lo sepan, les diré que, entre las muchas cosas preciosas que se pueden ver por las Ramblas de Barcelona, están los llamados "figurantes". Son seres humanos que se atavían con trajes muy variados, caracterizándose de las formas más diversas. Puedes encontrarte desde un pistolero, hasta un hombre murciélago, pasando por los ciclistas, el hombre del baúl..., etc. La gracia está en que, cuando depositas una moneda en el recipiente que tienen generalmente a sus pies, dejan de permanecer inmóviles y comienzan a realizar movimientos, acordes con el personaje que caracterizan.

    Como decía, un poco después de la fuente de Canaletas, bajando a mi derecha, he visto a una chica ataviada con traje de época. Toda ella de un gris oscuro. La cara maquillada igualmente de esa tonalidad. Media melena. Cara algo redonda, nariz fina, mofletes ligeramente pronunciados. Hubiera querido saber el color de sus ojos, pero siempre los mantuvo cerrados. Estaba en posición sentada, sosteniendo una fina barra en sus manos, a modo de paraguas o similar. Su cara gacha y con los ojos cerrados, mirando el suelo. Deposité una moneda de 50 céntimos la primera vez, al bajar; y una e 1 euro cuando subía por las Ramblas. Lo que sucedió después, en ambos casos, fue la cosa más enternecedora que he visto y sentido en mucho tiempo. Sus manos comenzaron a deslizarse suavemente por la fina barra hasta quedar esta sujeta por una sola mano, la izquierda. La derecha comenzó a oscilar lentamente en el viento, ofreciéndose a mi. Cogí su mano, y ella acercó la mía muy despacio hasta sus labios, dándome el más hermoso de los regalos que te puede dar un desconocido: un beso. La segunda vez, el beso fue más largo e intenso. Con mi pulgar acaricié su mano de la manera más cariñosa que supe. Luego, sin soltar mi mano, desplazó la suya lentamente hacia mis labios. Le devolví el beso, esta vez de mis labios a su mano. Acto seguido, soltó delicadamente mi mano, retornando a su posición inicial. Y yo me quedé mirándola, sintiendo un torrente de sensaciones, a cual más maravillosa.

    Un encanto, entrañable, emocionante, maravilloso, espléndido, armonioso, dulce, cariñoso, conmovedor, excitante, penetrante, humano, sentimientos...

    Gracias..., muchas gracias. Gracias..., muchas gracias...

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