lunes, 6 de diciembre de 2010

01-03-2010

Piensa que lo que dejaste atrás, atrás está. Que lo que fue ya no es ni será. Y que todo ello y lo que quede por venir, es un diminuto corpúsculo en medio de la inmensidad del devenir de la creación infinita. Primero resonaron trompetas de anunciación, proclamando que habías llegado, por fin. Te pasabas el día durmiendo porque para despertar al lugar al que habías venido ya tendrías tiempo; tu ser tenía que acostumbrarse al nuevo hábitat. Hoy ya no resuenan esas trompetas, resuenan los ecos de aquellas, mientras tu ser pide silencio mental. Acallar la mente. ¡Qué maravilla tan laboriosa de conseguir! ¿Verdad? Y bien, ¿qué esperabas? No lo sabías, pero tampoco te hacía falta saberlo. De lo contrario, todo hubiera sido y sería muy aburrido. Descubrir, descubrir. Siempre descubriendo. Incluso cuando no descubres nada, también estás descubriendo. Porque descubrir es un arte. Es el arte de ser consciente de que siempre, siempre queda un largo camino por recorrer. ¿Sólo? Bueno, de momento. Pero no hagamos de eso un drama, pues tampoco lo es. Meciendo la cabeza lentamente de un lado a otro, meces también el alma interior. Y no importa que no sientas los progresos, puesto que cada día es un progreso en la evolución del ser.

Descansa, mi niño. Descansa. A veces, sólo a veces, te gustaría que el empujoncito te lo dieran a ti. Pero es una cuestión de ratitos. Cuando éstos pasan, vuelves a abrir los ojos y contemplas delante de ti aquello que has venido ha hacer. Y ves que es bueno, que es hermoso, que, por supuesto, merece la pena. ¿Toca descansar? Pues eso, mi pequeño: descansa, descansa...  

No hay comentarios:

Publicar un comentario