domingo, 5 de diciembre de 2010

10/08/2006

No conozco a ningún ser humano que no posea sensibilidad para con la música. Sólo los necios negarán su emoción ante una melodía, la que sea y les incite a un sentimiento, por “miedo” a dar imagen de debilidad. Estamos en lo de siempre: para los “lumbreras” del planeta, sensibilidad es sinónimo de debilidad. En el fondo es al revés. Si te emocionas con algo es porque estás dotado de sensibilidad; la sensibilidad te hace sentir más profundamente la vida; y cuanto más sientes y conoces la vida, más fuerte eres.

Si tus sueños no se han cumplido, por algo será. Si no has podido alcanzar tus metas más deseadas, no desesperes. Si lo que más anhelaste durante gran parte de tu vida un día constatas que no lo conseguirás, no creas entonces que todo acabó. Puedes desesperarte un rato, llorar otro rato, compadecerte no más de tres segundos y maldecir todo lo maldecible un ratito más. Cuando ese mal rato haya pasado, deja la mirada perdida allá donde el corazón te indique y sonríe. Porque todo, absolutamente todo lo que espiritualmente nos pasa en esta vida, lo maravilloso y lo más trágico, es por algo que ya está escrito. Del resto no te preocupes… Confía.

La vida, el día a día, los problemas, las facturas, el trabajo, el amor, el desamor, los recuerdos buenos y malos, los llantos, las tribulaciones que no te dejan dormir, los deseos, los anhelos, la tristeza, la alegría…., tranquilo, tranquilo. Por encima de todo: CONFIA…

Pase lo que pase…, nunca pasa nada.

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