lunes, 6 de diciembre de 2010

26-05-2008

Ya hacía años que lo venía como presintiendo..., pero no me lo podía acabar de creer. A mi me enseñaron, con buena intención por supuesto, que la vida era superarse, amasar, guardar, labrarse un porvenir, trabajar denodadamente, pensar en el futuro (¡Dios, qué importante era eso del futuro!), guardar las formas (alguna vez hasta las apariencias)...

Me enseñaron también que soñar era de tontos, que había que tener los pies en el suelo por encima de todo. Que la vida es cómo es y no le puedes dar más vueltas. Que lo que te ha tocado pues..., es lo que hay. Que no se podía luchar contra el destino y que había que luchar, eso sí, contra un montón de cosas. Que habían unas cosas llamadas "principios" que, evidentemente, eran inamovibles Que las derechas eran buenas y las izquierdas malas. Y para más "INRI" también me enseñaron que las izquierdas eran buenas y las derechas malas. Que los nacionalismos eran la flor y nata de la convivencia y, al mismo tiempo, la peste social de la nación.
También me explicaron, siempre, insisto, de buena fe, que las relaciones eran para siempre. Que lo que había era eso y había que tragar. Que lo suyo era hacer la mili, tener una buena carrera, casarse, tener hijos (¡cómo no!), un buen empleo, un sueldo suculento y entonces..., ya lo tenías todo.

Y yo, en el entretanto que escuché durante lustros estás instrucciones dadas y transmitidas de generación en generación, me lo miraba con cierto escepticismo pero con el consiguiente recelo por aquello de que "ellos saben más que yo". Y conforme más años cumplía y más seguía oyendo aquellas lecciones, más "afuera" me sentía yo de todo eso.

Y ahora, a mis cuarenta años, veo que no es que aquellos estuvieran equivocados, pero sí algo obsesionados. Y veo también, con alegría, que yo no es que fuera la fuente del saber, pero no iba tan mal encaminado.

Vivir es aprender, esperando que la vida venga. Vivir son momentos que vienen, llegan, se van y ya no vuelven más. Vivir es, por encima de todo, sonreír, sonreír mucho, muchísimo. Pase lo que pase. Vivir es buscar lo divertido de la vida, y cuando lo encuentras, exprimirlo como un limón. Vivir no es hacer del día a día un modo de vida. Eso es sobrevivir o ir tirando. Y no creo que nos hayan puesto aquí para ir tirando, no, no me lo creo. Sonríe, ¡por favor, sonríe! Hasta cuando hables por teléfono. ¿Cómo? ¿Qué me dices? ¿Que se te ha escapado una lágrima? ¡Felicidades! Si ha sido de tristeza..., ¡tranquilo! Te aseguro que te esperan momentos inolvidables que vivir, tengas la edad que tengas (la edad, otra trola bananera). Y si ha sido de emoción o felicidad..., ¡joder! ¿qué más quieres?

Haz una prueba, ponte a ver la tele. ¡Ponte, ponte! Por ejemplo..., qué se yo..., un telediario. Bien. Dime. ¿Qué ves? Un 99% de noticias malas y apenas un 1% de noticias buenas. ¡¡JA!! ¿De verdad eres tan zoquete de creerte que la vida es eso? ¡No hombre no! ¡Valiente mentira! ¿No crees? Somos energía, energía pura. Si, vale, vivimos en el Universo, en nuestra galaxia, en nuestro país en nuestra ciudad o pueblo, en nuestra casa, tenemos nuestra piel, nuestros órganos internos, moléculas, átomos y..., ¿y luego, qué? ¡¡Energía!! Pues bien, pongamos esa energía a disposición de todos. Enviemos buen rollo al Universo.

¿Queremos combatir la guerra? Bien. Hagamos por la paz. Si vamos CONTRA la guerra, generaremos más guerra. Si vamos POR la paz, tendremos paz. La madre Teresa de Calcuta lo tenía muy claro: "invítenme a una manifestación contra la guerra y no iré, hagan una por la paz y allí me tendrán".

¿Queremos combatir el hambre? Bien. ¿De verdad os creéis que el hambre en el mundo es real? Coged UN restaurante de donde viváis. UNO solo. Y pasaos por el hacia las dos de la mañana. Pero no por la puerta principal, no. Por la de atrás. Y veréis las toneladas de comida que se tiran. Comida en perfecto estado, la mayoría incluso sin desembalar. Y ahora coged esa comida de ese restaurante y..., multiplicadla por TODOS los restaurantes del planeta. No es de ilusos decir que se acababa el hambre en el mundo mañana mismo.

Pues sí, estoy feliz. Feliz de saber que, pase lo que pase, la vida es cojonuda. Esto no es ningún alegato a nada. Es algo que, en el fondo, estoy seguro que todos sabemos y sentimos. Creo que con un pequeño esfuerzo de todos, con un solo pensamiento Y sentimiento positivo que tengamos al día, todo puede cambiar.

Ojalá lo intentemos. Ojalá lo consigamos...

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