domingo, 5 de diciembre de 2010

02/08/2006

Mi Dios no es de este mundo. ¿O sí? Mi Dios no lleva las cuentas de nada ni de nadie. Mi Dios está tan dentro de mí que ni lo veo. Mi Dios es AMOR (con mayúsculas).  Mi Dios no condena eternamente, al igual que un padre, por grande que sea el error de su hijo, no lo arroja a los leones. Mi Dios no sabe de derechas ni de izquierdas, de malos o de buenos, ni de ricos o pobres.

¿La justicia divina? ¿Me preguntan qué es? No lo sé. De hecho, ni siquiera sé si existe. ¡Ah! Ustedes se refieren a lo otro. Sí, hombre. A esa manía tan humana de extrapolar nuestro concepto de justicia para luego ponerle el apelativo de “divina”. Bueno. La verdad es que hace mucho tiempo que se me cayó la cara de vergüenza por utilizar ese “truco religioso de salón”. ¿Cómo les diría yo? La justicia divina es…, una patraña más de los de siempre, para engañar a los otros de siempre y seguir así con la mitra en la cabeza. Si como yo creo Dios es AMOR (ya saben, con mayúsculas), ¿para qué carajo necesita la justicia? 

Olvidar no es humano. Perdonar, sí. 

Durante dos mil años dijeron que si eras como ellos decían irías al cielo. Y también que si les desobedecías irías al infierno. Después de dos mil años el hombre de blanco de turno dijo que, en realidad, cielo e infierno nunca habían existido como tal. ¡Ahhhi!! (Suspiro). No hay mal que cien años dure…, ni manipulación que lo resista. 

Dijo Herman Hess: “El rico bien podría, pero no puede”. Brillante. Siete palabras para expresar el pensamiento de una tercera parte de la humanidad.  

En los Estados Unidos es nacionalmente escandaloso ver un pecho de Latoya  Jackson por la televisión. Al mismo tiempo es un orgullo patrio que todo el que quiera lleve un arma encima. Ya saben…, el juego de la doble moral.

Juan Pablo II, al parecer, acabó con el régimen represor comunista en Polonia. Eso sí, financiando la compra de armas para el sindicato polaco “Solidaridad”. Ya saben, el juego de la doble moral es como el cocimiento de las habas: está en todas partes.  
La Iglesia y la religión es la mayor mentira de la humanidad. Por eso postulan hace más de dos mil años…, y lo que postularán todavía.

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